miércoles, 25 de junio de 2014

Chocolate con tachuelas (o el cuento que NO GANÓ UN CONCURSO)

He aqui el cuento mas extenso que he escrito, no es mi obra maestra, de hecho es casi una porquería...

CHOCOLATE CON TACHUELAS
Por Alex Durden
17 de agosto 2013
Casi me caigo de la bicicleta cuando la vi, estaba sentada en las islas debajo de un árbol que casi no daba sombra,  es una chica muy guapa, tiene una cabellera rojiza muy ondulada, un par de lentes de sol muy grandes cubrían sus ojos llevando la mayoría de la atención hacia sus labios carnosos. Entregué la bicicleta procurando no perder de vista a aquella chica.
Nunca he sido demasiado valiente, y me considero de verdad cobarde cuando se trata chica pero hoy no pude contenerme, me acerque a ella  sintiéndome un poco sudoroso por el viaje desde el metro, mis manos temblaban, sudaban tanto que restregarlas en el pantalón no parecía suficiente para mantenerlas secas. Ya sin la bicicleta resultó más sencillo observarla sin caer, llevaba un vestido  bastante corto, de color azul marino con puntitos blancos y cubría sus piernas blancas con una bolsa de piel sobre la que tenía un libro.  Al fin llegué frente a ella.
-Ho- Hola ¿Qué lees?- mi voz sonó temblorosa, con miedo. (Ni modo)
-Ah, hola, poesía de Roberto Bolaño. ¿Por?- tiene una voz hermosa y la cara dulcemente salpicada de pecas.
Luego no sé de donde saque valor para continuar- Genial, ¿te molesta si leo contigo?
-Eh, creo que no, siéntate.- No me podía creer semejante suerte pero en cuanto lo hice ella comenzó a leer en voz alta, me tenía petrificado ante sus lentes que pese al sol no me dejaban ver sus ojos. El poema era “un resplandor en la mejilla”, una delicia saliendo de su boca. Terminó el poema y me extendió el libro –Listo, ahora lee uno tu- tomé el libro para elegir un poema al azar, mis manos estaban controladas pero aun no sabía cómo lograría controlar mi voz.
Al final todo salió bien, pasamos casi una hora ahí sentados  leyendo por turnos poemas de Bolaño hasta que yo me tuve que ir a clase, me dijo que se llama Isabel, tiene veintidós años, dejó la universidad cuando cumplió diecisiete pero con frecuencia entra como oyente a las clases que encuentra interesantes en la facultad de Filosofía o la de Arquitectura, le gusta el arte, los gatos el perfume con olor a frutas y vive en una unidad habitacional cerca de metro Copilco. Además me dio su número de teléfono y quedamos de vernos otra vez.


26 de septiembre 2013
Hoy llame al departamento de Isabel para preguntarle si quería que nos viéramos; contesto una chica de voz desconocida y dulce que dejo caer el teléfono en cuanto supo que la llamada no era para ella.
Isabel contestó tras un par de minutos. –Hola, perdón por tardarme, estoy cocinando.
-No te preocupes ¿Qué cocinas?
-Chilaquiles verdes ¿No quieres? – su voz me sonó muy caustica.
- No gracias, oye ¿Quieres salir mañana?
-Pues no creo poder, tengo una clase en la mañana.
-yo también- si no me apresuraba ella terminaba negándose, pasaba cada cierto tiempo- pero nos podemos ver en la tarde.
- Eh, bueno pero hasta las cinco, espérame afuera de la Biblioteca central, del lado de rectoría.
-Vale, entonces ahí nos vemos.
- Bye… oye
-¿qué pasa Isa?
-No vayas a comer antes de vernos, te voy a llevar algo que estoy preparando.
De pronto sentí muchas ganas de decirle que la quería, que la extrañaba, me decidí a hacerlo.
-está bien, no comeré oye…
- Perdona, me tengo que ir, se van a quemar mis chilaquiles, cuídate.
Colgó, me quede sentado en la cama mirando la ventana, no poderle decir que la quería me puso triste, me acosté y sin querer me quede dormido.
Soñé que Isabel estaba atrapada en una casa en mitad de un pueblo lleno de narcos, me llamaba para darme la dirección, yo llegaba corriendo al pueblo; cuando estaba a tres cuadras del lugar indicado aparecía un tipo con sombrero y botas vaqueras, no al estilo narco sino al estilo sureño estadounidense, el tipo saco de tras de sí un revolver muy largo, con un cañón en el que mi dedo índice hubiese cabido cómodamente. Camine con miedo mientras él levantaba aquel revolver de aspecto pesado hasta apuntarlo a mi boca, entonces disparó y mi cabeza se lleno de un dolor enorme, todo se termino. Me sentí morir.
Desperté agitado, todo sudoroso, dormía de espaldas a la pared y eché la cabeza hacia atrás cuando el hombre en mi sueño disparó, me levante a encender la luz y encontré una manchita roja en la pared azul.
Después de cenar me puse a escribir, no tengo ganas de dormirme. No me pienso poner a analizar mi sueño porque no creo que tenga un significado profundo, hace un par de años que no tengo nada que ver con el psicoanálisis y según algunos buenos profesores de neurocognición el sueño no es más que el resultado aleatorio de la actividad nerviosa. ¿Por qué saber eso no me tranquiliza?
28 de septiembre 2013
Después de mi clase de inglés hoy, fui a la central y estuve  leyendo hasta poco antes de las cinco, me aguante el hambre, ni siquiera había desayunado.
Isabel llego puntual, siempre usa lentes de sol, me llevó un recipiente con lasaña que preparó, era una excelente lasaña. Decidimos ir a la cineteca y eso hicimos, vimos una película de Jörg Buttgereit, bastante densa pero muy buena. Isabel salió al baño cuatro veces durante la película, regresaba agitada, se comportaba raro, supongo que la película la afectó mucho.
Cuando salimos fuimos a tomar un café en el centro de Coyoacán, hablamos de la película, Isa estaba muy feliz, hasta se quitó los lentes y me besó, dijo que me quería. Cuando nos despedimos en la estación del metro me pidió que saliéramos más seguido, acepte gustoso.
23 de octubre 2013
No entiendo casi nada de lo que paso hoy.
En la mañana me encontré con Isabel afuera del metro Copilco, en cuanto me vio corrió hacia mí, salto y me abrazó con ganas, me dio un beso en la mejilla, me hizo sentir especialmente bien aunque normalmente ella no es tan efusiva, serían las once de la mañana, me pregunto si tenía hambre y compramos un paquete de comida china. Incluso de ofreció a acompañarme hasta la facultad, caminamos hasta medicina, donde ella me pidió detenernos porque quería hablar conmigo.
Fue una conversación demasiado larga, no dormiría si la transcribiese toda, pero en resumen ella dijo que me quiere, que piensa todo el tiempo en mí, que necesitaba llevar la relación a un nivel más alto. Dijo que sus compañeras de departamento acababan de salir a un congreso de arquitectura, algo de alteraciones arquitectónicas que me explico pero que no entendí en Veracruz. Al final, con modales de niña berrinchuda me pidió que pasara la noche en su casa, explicó que si quería podía quedarme hasta que sus compañeras regresaran.
No tenía dinero, tampoco ropa, pero acepté de todas formas, le dije que saldría a la una, que tendría que ir a mi casa por algunas cosas para estar en su departamento a las seis, ella acepto un poco de mala gana y me acompaño hasta el salón en que tenía clase.
Antes de entrar a clase pregunté- Oye, ¿entonces en donde te veo en la tarde?
-Pues si quieres llegas a mi departamento- Sonó un poco lujuriosa, se me erizo la piel.
- Vale, llego ahí como a las cuatro pero, ¿En dónde es?
-Sales de metro Copilco y cruzas la calle, es en la unidad Integración Latinoamericana, entras y bajando las escaleras preguntas por el edificio México, mi departamento es el 902.
Al despedirse me beso en los labios y se fue moviendo las caderas más que nunca.
A las doce salí de las clases as cansadas que haya tenido en mi vida de estudiante, no paraba de pensar en Isabel, especialmente imaginaba como sería su cuerpo desnudo, por otro lado también me sentía incómodo porque ella y yo nunca hemos hablado de nuestra relación, nos decimos que nos queremos y parece que eso basta, pero me gustaría saber que puedo contar con ella.
En cuanto llegue a mi casa me cambié, mis padres estaban fuera pero deje una nota junto al cajón del que saque algo de dinero; Metí en una mochila grande la ropa que creí necesaria y las cosas para las clases de los próximos días. Pese a mi prisa tomé una siesta antes de salir de regreso hacia Copilco.
En el camino decidí pasar a un supermercado por comida, compré pan blanco, salchichas, pasta, algunos jitomates, queso, jugo de tomate, una lechuga, seis cervezas y un litro de helado de chocolate.
Camine rápido para evitar que el helado llegara hecho sopa, en cuanto entre a la unidad latinoamericana pregunte por el edificio México, lo encontré, me detuve fuera, conté los pisos. Trece. Intente adivinar que ventana del noveno era la del 902, luego me sentí idiota y me apresure a tocar el timbre. Eran las tres y media.
Escuche una voz metalizada. - ¿Quién es?
-Soy Carlos
-Llegaste pronto, Pásate. Los elevadores no sirven.
Empuje la puerta cuando zumbó, subí lo más rápido que pude, llegue jadeando al noveno piso, encontré el novecientos dos, toque la puerta. No acerté al ver las ventanas desde afuera. Alcance a limpiarme un poco de sudor de la frente antes de que ella abriera la puerta. Me dio un beso y me hizo pasar. Tuve que esperar un rato viendo la tele mientras ella terminaba de pegar algo que estaba esculpiendo.
Más tarde comimos pechugas empanizadas con agua de melón que ella preparó, luego bebimos unas cervezas con frituras que baje a comprar mientras veíamos una película de cine gore.
Le dije que necesitaba un rato para hacer tarea y ella no tuvo problema, me acompaño leyendo un librito de Fanadelli; me faltaba muy poco para terminar cuando sentí su mano en mi pierna, me acariciaba con rudeza, extendí mi mano hasta sus rodillas para juguetear debajo de su vestido azul. Ella se levantó para besarme y me empujó hasta su cuarto, cerró las ventanas, le quite el vestido, abajo no había más ropa. No quisimos prender la luz. Me abrazó, entonces todo pasó a ser un torbellino de sensaciones y placeres explosivos. Con la luz apagada todo se ve en blanco y negro. Afuera había un atardecer gris que me hubiera entristecido.
Al final ella se tendió sobre mí y se puso a jugar con mi cabello. Me miraba a los ojos fijamente. Yo me sentía en noveno cielo, nunca antes había sido tan feliz con una chica, nunca antes me enamoré tan intensamente.
-       Te amo- me dijo en un hilillo de voz.
-       Yo también te amo, eres muy importante en mi vida.
-       ¿Estás seguro?
-       Si, muy seguro.
-       ¿Harías lo que fuera por mí?
-       Claro que si
-       ¿Lo que fuera?
-       Si- mi respuesta no podía ser otra, de verdad la amo
-       Entonces ¿te puedo pedir un favor?
-       Lo que quieras.
-       Vale, quiero que me consigas perico.
-       ¿Qué?- supuse que lo que quería era una comida exótica o algo así
-       ¡Perico!
-       No entiendo- De verdad no entendía
-       Si, perico, la caspa del diablo, caballo, ¡Cocaína!
Lo entendí desde que dijo “la caspa del diablo”, pero eso último me callo como un puñetazo entre las piernas, quizá hubiera preferido eso. Nunca pensé que ella estuviera en algo así. Me angustié, todo el frio que no había sentido en las dos horas que llevaba ahí me llego de pronto al cuerpo. Me costó trabajo decirle que no, las palabras me salían mal, muy cortadas.
-       Anda, consíguemela y si quieres te doy cuando la traigas.
-       No, no puedo.
Se bajó de la cama y empezó a subir la voz, yo me senté encima de u na almohada.
-Por favor- Decía con tono suplicante- tienes que traérmela, la necesito.
-Isa, entiende que no puedo ¿De dónde la voy a sacar? ¿Y si me agarra una patrulla? Pídeme otra cosa, eso no, es más deberías de dejar de metértela.
Quizá no debí decir eso ultimo porque comenzó a gritar de inmediato.
Cállate, no quiero que me controles, quiero mi nieve y tú me la tienes que conseguir.
-no puedo, no- Ahora el suplicante era yo.
- Maldita sea, entonces lárgate- tomo mis cosas y las saco de la habitación, me jalo del cabello y me empujo hasta sacarme. La escuchaba gritar mientras tiraba cosas, creo que rompió un par de botellas.
Me puse el pantalón y las botas, toque la puerta pidiéndole que saliera o que me abriera, finalmente abrió pero seguía gritando, su boca era un revolver que no cesaba en sus insultos contra mí.
-Poco hombre, mentiroso tu no me amas- me empujaba y me golpeaba cuanto podía.
Intente abrazarla para inmovilizarla pero se libró de mí, siguió gritando y yo no sabía qué hacer, en la facultad de psicología deberían entrenarnos para cosas como esta; de pronto su voz comenzó a decaer, su cuerpo también, fue arqueándose hasta quedar tirada en el suelo, empezó a llorar, se revolcaba y suplicaba que le comprara su coca, gimoteaba con la cara llena de lágrimas y mocos, era horrendo verla semidesnuda, tirada en el suelo y berreando, simplemente no lo soporté.
Se puso muy feliz cuando le dije que si lo haría, se metió al baño, no sabía que alguien pudiese arreglarse tan rápido, salió y me hizo de cenar, durante la cena me dio instrucciones para llegar al lugar en donde tendría que comprar aquello.
A cualquier otra persona le hubiese negado lo que ella me pedía, pero en este estado me es imposible, estoy demasiado enamorado, tengo toda la corteza frontal dormida, funciono igual que una rata de laboratorio. La gente no solo se hace adicta a las drogas, muchos necesitan dinero, yo necesito a Isabel.
24 de octubre 2013
Hoy fui a Tepito, saliendo del metro La lagunilla camine hasta calle Aztecas, ahí busque un mercado, entre por una puerta verde que estaba abierta a una especie de vecindad en la que pululaba un montón de gente, la mayoría cargaba armas, incluso vi a una niña con un pequeño revolver. Me acerque a una mujer y le pregunte por La Tachuela.
-Este busca a la tachuela- grito la mujer, me encañonaron de inmediato, me asuste bastante y expliqué que me enviaba un contacto del Drago, todos bajaron las armas y me hicieron pasar a un departamento en la parte de arriba en el fondo de la vecindad.
La tachuela estaba fumando marihuana, tendría casi treinta años, sus brazos y piernas me recordaron a las alitas de pollo, le dije quién me enviaba y qué quería, ella me ofreció probar sus productos “Premium” pero disentí, insistió y me excuse con la mentira de que mis padres me esperaban en el mercado de la lagunilla. Pague los mil pesos y salí de ahí, todo el tiempo tuve miedo, a la salida de la vecindad entregue “la salida” le di veinte pesos a una mujer que se me acerco en la puerta.
Prefiero no describir completo el espectáculo de Isabel inhalando líneas de caspa de satán, me limitare a decir que con cada inhalación brotaba de su nariz un chorrito de sangre que caía sobre aquel polvo, en cierto momento unas gotas de sangre cayeron en la coca formando una especie de lodo asqueroso que ella lamio del vidrio de la mesa…
8 noviembre 2013
Desde que le compre coca por primera vez a Isabel, se porta muy cariñosa conmigo, yo la amo intensamente pero pensar en ella me hunde en una tristeza enorme, esta mañana mi madre encontró en mi mochila una grapa de coca que Isabel no saco, me dijo que no regrese a la casa, que piense las cosas y que  ni siquiera me atreva a regresar,  mi padre la secundó no me creyeron cuando quise contarle lo de Isabel.
Llegue a casa de Isa y abrí la puerta con la llave que me dio para que entre cuando no está o cuando le llevo sus encargos, la encontré cogiendo con un tipo musculoso que casi me parte la cara, en cuanto los vi y grite él se levantó desnudo,-tiene un arma enorme- y tomo del buro un revolver con el que me apunto. Isa le dijo que me dejara, solo para explicarme que aquel tipo asqueroso era el Drago, que le pasaba droga a cambio de sexo. Me sentí muy idiota, el amor es lo peor que le puede pasar a una persona sincera.
Tengo muy poco dinero, Isabel me dio lo que pudo a forma de disculpa, pero no sé dónde voy a pasar la noche, son casi las doce, desde aquí abajo puedo ver la luz encendida en el departamento 902.
20 noviembre 2013
Hoy me llamo Isabel a mi casa, dijo que necesitaba que fuera a verla porque si no pagaba una deuda que tenía con la Tachuela la iban a matar pasado mañana, no pienso perdonarla después de lo que me hizo, le mente la madre y colgué  el teléfono, hice todo lo que pude por ella y me defraudo, se merece lo que sea que le pase.
24 noviembre 2013
Acabo de hablar Tania , es la compañera de habitación de Isabel, me dijo que habían violado a Isabel y que estaba en el hospital con varias costillas rotas, llena de moretones, creían que se recuperaría pero estaba bastante mal. Le di las gracias, colgué el teléfono y pensé: Por ella vivo en este hotel de cincuenta pesos la noche, tengo que pasar los días completos en la calle, ahora no hay mucho problema, pero no sé qué hare cuando comience el siguiente semestre.
Violaron a Isabel, ni modo, ella se lo merecía.
25 de noviembre 2013
La vida es una porquería, el amor es un engaño, no hay realmente razones para la vida. Isabel no se merecía lo que le pasó…

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