domingo, 8 de febrero de 2015

Mujeres


Lo primero que aprendí cuando pasé algunos meses como obrero es que muy poca gente se compadecerá de ti porque ni si quiera tiene ganas de hacerlo consigo misma, debes arreglártelas solo y a menos que estés dispuesto a alienarte sin luchar debes buscar alguna diversión entre la mierda laboral.

A las 5 30 de la mañana llegaba al 7-eleven una anciana a la que mi compañera y yo llamabamos "abuelita" y que exigía beber café recién preparado, yo la odiaba. Me gustaba jugar con el orden en que ponía el café en las jarras, cambiando el descafeinado a la jarra del regular y viceversa. Quienes bebían café descafeinado todos los días quizá pasarían un día especialmente activos o nerviosos.

El gran secreto del café intenso es que esta sobre-tostado, así el sabor es mas amargo, pero en realidad tiene menos cafeína que el descafeinado.La gente que toma intenso todas las mañanas se miente diciendo que despierta con eso y la mentira funciona tan bien que realmente despierta, por eso cuando se reemplaza por el regular deberían terminar algo alterados. Un micro economista diría que lo que hacía al controlar el café era jugar con la productividad de las personas, pero mi única satisfacción haciendo eso era venderle a la gente algo que no quería.

Los jueves a las cinco, nuestra primera clienta de la mañana aparecía ordenando café regular. Incluso cuando llegaba diez minutos antes le molestaba esperar a que la cafetera estuviese lista y si el café ya estaba nos trataba como a la mierda, así que las madrugadas de los miércoles no solo me limitaba a ordenar las cosas de los refrigeradores, sacar las basuras, contar los productos contables, organizar los anaqueles y trapear, sino que dedicaba todo el tiempo que podía a buscar cucarachas para ponerlas en el filtro del primer café regular de la mañana (nunca discriminé a los otros insectos, pero dejaba a los grillos en paz). Y como la primera clienta no era la única que bebía de esa jarra, me sentía feliz sonriendo a cada persona a la que le cobraba una tasa de café regular "que tenga un excelente día, señor" "pase una linda mañana, señora"

Sobre sentir compasión, por las noches a eso de las doce llegaba una mujer que me la inspiraba, pero de aspirar no hablaré porque cada que yo lo hacía a menos de dos metros de distancia de ella, un olor penetrante y ardiente entraba en mis pulmones, era como una nube de solvente picante que emergía de su ropa o quizá de su cuerpo. Todas las noches aparecía con al rededor de doscientos pesos en monedas de baja denominación, decía que en una panadería le pagaban por irlas a cambiar, pero yo creo que lo juntaba mendigando en algun buen lugar y que lo usaba para drogarse. De cierta forma era una mujer bella, se que lo creo sinceramente, porque lo pudé pensar mas de una vez mientras contenía la respiración para no inhalar aquel aroma. Tenía los ojos azules y siempre sonreía.



A esa mujer la conocí en mi tercer día de trabajo, el segundo día Bonnie & Clyde entraron a robar la tienda mientras yo aprendía a usar la caja registradora, se llevaron dinero y comida. Cuando conocí a la mujer que cambiaba el dinero, me dijo "Que bueno que no estaba aqui yo, porque si he estado, les he puesto una garrotiza..." y es que siempre cargaba un palo de escoba, dudo mucho que lo usara a modo de bastón, supongo que era para defenderse.

Siempre me sentí orgulloso de decir que mi lugar de trabajo nocturno estaba frente a un panteon, desde la caja de la tienda podía ver la iglesia de estilo casi gotico cuando amanecía y una estatua de angel que sobresalía por la barda y que jamas volteo a verme como tanto me lo prometian los compañeros de turno.
Quien escucha musica en las madrugadas casi siempre esta solo, incluso con mi compañera de siempre, me sentía solo, ella todo el tiempo tenía sueño y eso era de esperarse porque por las mañanas tomaba clases en la facultad de economía, despues llegaba a su casa a cocinar para su novio y cuidaba a su hija antes de dormir unas horas y salir rumbo a la tienda. Con todo ese sueño a cuestas a Karen le costaba trabajo ser una gran conversadora, asi que trabajabamos en silencio la mayoría de las veces.

Mas o menos a las tres de la mañana aparecían las visitas, nunca los vi como clientes de la tienda porque ademas nunca sentí ser un vendedor y porque mas que a comprar comida llegaban a ver qué les podía regalar. Casi siempre se quedaban a platicar un rato, habia dos grupos de hombres, el primero estaba formado por seis o siete chicos de entre doce y dieciseis años que despues de fuma marihuana llegaban a comer sopas instantaneas o hot dogs con palomitas, los del segundo grupo eran solo tres, se metían solvente hasta por el culo y vivían abajo de un puente, llebaban botellas vacías para rellenarlas con té, café o chocolate y yo les daba donas del día anterior o comida de la merma. Los sandwiches y croassaints de la merma fueron mi desayuno muchas veces tambien.

Junto con los chicos que se metían solvente a veces estaba una chica de unos veinticinco años, morena, delgada y guapa aunque con los rasgos de la cara carcomidos por la decadencia del resitol, era una chica simpatica, una vez llegó sola a pedirme algo de comida. Cuando se la terminó me pidío entrar al baño de la tienda. Le dije que no podía dejarla entrar porque el baño no funcionaba y que yo mismo habia tenido que llenar una cubeta con raspado de las maquinas y restos de café para hacer que mi mierda se fuera; que habia tenido que esperar hasta que mi compañera se quedara dormida para llevar mi mezcla al baño sin que ella lo notara. Mi historia era verdad y la conté con mucho mas adorno y escatología. A veces me gustaba contarle ese tipo de historias a mis visitantes nocturnos, pero la mayoria de ellos me repelía al escucharlas. La chica me dijo que no me preocupara, y que esperaba que nunca mas tuviese que volver a enfrentarme a algo como aquello. Nos dimos las gracias y se fue.

De vez en cuando aparecía por ahi una chica que rondaba los treinta, siempre vestía ropa ajustada, creo que se prostituía o algo parecido porque los hombres que la acompañaban eran distintos cada vez y algunos regresaban por cigarros en la madrugada. Nunca quise averiguarlo, lo que se es que la chica solo compraba Tecate ligth, casi siempre dos latas, solo una vez la vi comprar un paquete de papas fritas, le gustaba sonreir.

Una noche noté que la chica del grupo de los que vivían bajo el puente estaba embarazada, en algun momento la chica pidió que le pasaran la estopa húmeda, pero se la negaron "cuando des a luz vas a poderte meter todo lo que quieras, chiquita, ahorita te aguantas" le dijo uno de ellos. Les di a todos algo mas de comida de lo que acostumbraba. Nunca he sido un misántropo, pero de otro modo la comida habría terminado en la basura; Tres días después la chica embarazada llegó sola, con una estopa en la mano, al entrar en la tienda se apoyo de todo cuanto pudo para caminar erguida. "¿Me yegallas algo de comerr cainal?" Fui hasta la barra de hot dogs y preparé tres, le di dos a ella y me comí uno. Mientras los comíamos le dije que debía cuidar a su bebé, cuidarse ella misma. Le dí una dona glaseada y sin que yo se lo pidiera prometió que no inhalaría mas solvente ni se metería ninguna otra mierda. Fue la ultima vez que entró en la tienda.Unos días después, la vimos pasar frente a la tienda casi cayéndose por el efecto del solvente.  En cuanto desapareció, mi compañera soltó : "Ojala que el niño se le muera adentro"

La ultima semana que pasé trabajando ahí, la abuelita que bebía café por las mañanas parecía tenerme afecto, no recuerdo haberla visto de buen humor realmente; Un lunes mientras hacia el cierre de caja, Abuelita me escucho decir que pensaba llevarle una docena de rosas a una chica especial.
"mejor compra solo una que escojas tú. Una docena no tiene gracia, pero si tu la escoges, ella sabrá que pensaste en ella mas del tiempo que tardas en pagar"
Yo tenía mucho sueño aquella mañana, quizá por eso las palabras de la mujer me sonaron mas maternales que entrometidas. Termine mi turno y salí de la tienda con un sandwich de pan especial que tomé de la merma. Crucé la calle hasta el puesto de flores del panteón y mientras desayunaba me tome mi tiempo para elegir una rosa roja.

Con mi rosa en la mano viajé hasta el lugar en que trabajaba mi chica. En la mochila cargaba "El retrato de Dorian Gray" en una edición de Porrua que incluía "el ruiseñor y la rosa" Pensando en eso, lo de la flor ya no me parecía tan buena idea.

Llegué al parque casi a las nueve de la mañana, muy pocas veces logré salir a tiempo de la tienda, había que esperar a los compañeros del siguiente turno para poder terminar el trabajo administrativo. Desde la esquina le eché el ojo a la banca en que pensaba sentarme, pero al llegar encontré a un vagabundo durmiendo que los arbustos no me habian dejado ver. Me senté en otra banca y con la flor sobre las piernas y la mochila junto a mi me puse a escribir la mejor poesía que podía salir de mi cabeza tras la noche sin dormir. Estaba por terminar cuando una anciana se acercó a mi, se quedo viéndome. Quizá ya tenía mucho sueño porque le dije "buenos días señora" e hice un ademan con la rosa. La mujer caminó hasta que su sueater azul y su olor a alcohol quedaron justo frente a mis ojos.

Me dijo algo como "eres un muchacho tremendamente seductor, muchas gracias" y me quitó la rosa de la mano, solo su meñique no tenía un anillo, en el anular llevaba una calavera de plata. Hay cierto trecho entre quitarle un dulce a un bebé y arrebatar una rosa de las manos de una anciana borracha.

"Señora, la rosa no es para usted- me costaba trabajo hablar con coherencia- pero si me la devuelve yo podría escribirle un poema ahora mismo, solo para usted" No se si su risa fue de gracia o en burla, pero me dio la rosa y se sentó a platicar conmigo. Me preguntó por mis gustos literarios y los encontró insuficientes.Intentó recitarme un poema que comenzaba asi.

"Muda está la piramide,
no dice nada
tampoco las cabecitas de barro..."

La mujer no pudo recordar el resto del poema y ahora yo no recuerdo el siguiente verso que recitó. Me habló de Octavio Paz, de su vida y poesía. Me dijo que alguna vez planeo ir a recibir a Elena Garro al aeropuerto con una pancarta que decía "Bienvenida Elena, sin PAZ"...
-pero naturalmente- me dijó- me pusé hasta la madre y ya no fui. Nunca tuve hijos, me pase la vida sin trabajar, no me casé. Todo lo que hice fue enborracharme y leer.
Eso esta bien. Le decía yo, y cada que ella me preguntaba por mis poetas favoritos, yo repetia los mismos pocos poetas que conocía y leía todo el tiempo por aquel entonces: Bukowski, Bolaño, Becquer. Si no hubiera sido por Machado y Poe, yo hubiera parecido un autodidacta estancado en la letra B. Yo me disculpaba por mi escaso conocimiento poetico. "es porque soy adolescente" le decía y ella movía las manos como queriendo auyentar esas ideas y continuaba con una platica como lo hacen mis amigas de veinte años. Despues le conté que había leido a Nietszche y fracasado varias veces, que no podía entenderlo. Entonces ella me recitó tres o cuatro veces un poema nihilista sobre la amistad, no tuve oportunidad de aburrirme escuchandola porque cada version incluía u omitia partes del poema original que el anterior no.

Me dijo-Es extraordinario que el mejor poema que existe sobre la amistad lo haya escrito un hombre completamente solo.

Seguimos hablando y ella continúo nombrando poetas y diciendo que la casa de Elena Garro olía siempre a mierda de gato. Yo me doblaba de risa y realmente me carcajee en el momento en que me pidio que le extendiera mi libro de Wilde e lanzó mi rosa a la tierra tras el arbusto del parque para acercarse un poco a mi. Me devolvío el libro. Pensando en esa frase de El retrato de Dorian Gray en que un personaje afirma que la mejor manera de recuperar la juventud es incurriendo en los pecados cometidos hace años, le pedí a la dama su permiso para darle un consejo y como la dama que era, se negó.
-lo unico que acepto de Wilde, es que la naturaleza es incomoda, mejor que en este pinche parque, yo preferiría estar en una sala con cojines y un té.
Insistir no hubiera servido de nada, me dijó que se llamaba Beatríz y volvió a recitar el inicio del poema "Tomando vino" de Wislawa Szymbroska. Me dió su numero telefonico y se alejo caminando a mis espaldas.

Yo tomé la rosa caida detras de los arbustos, me pasé mi poesía por los huevos, no tenía ganas de escribirla ya e hice una nota rapida. Doblé la hoja formando un triangulo alargado, en una de las caras pusé el nombre de la chica. Entré a la tienda sin que ella me viera y en un estante de Coca-colas dejé la rosa con su nombre. Sali de ahi. Sin que ella me viera.

No me gusta sentirme orgulloso de mi pasado, pero jamás lo ignoraré del todo. Si puedo alardear de algo, es e nunca haber sentido sueño durante las horas de trabajo, sin embargo no entiendo porque todo el mal sueño solo pasaba recibo cuando regresaba en el metro o el metrobus. Un par de estaciones antes de mi destino me quedaba dormido y a veces despertaba tan lejos que tenía que hacer media hora de viaje de regreso. Con la noche a cuestas, casi a las doce del día regresé a mi casa. Mis padres estaban tan preocupados que no se molestaron en darme un sermón. En cuanto pudé me senté a la computadora a buscar esos poemas que Beatríz no había logrado recitar completos. El de Nietszche y el de Szymborska los encontré pronto, pero tenía tanto sueño que no entendí un carajo.

Casi era la una de la tarde, en la calle los chicos entraban a la secundaría de enfrente, con las risas bobas de sus chistes pendejos, tres años pero cien mil noches alejados de mi vida. Entré a mi cuarto y me recordé con una nitidez impresionante contandole a Beatríz que acababa de descubrir el maravilloso vino en Tetra Pack. Y de verdad lo había descubierto, era tan barato que podía enborracharme tres mañanas solo con un litro que costaba menos que tres cervezas. Hay que ver que bebía siempre en las mañanas antes de dormir. Le conté a Beatriz que un día olvidé lavarme los dientes y quitarme las botas antes de dormir y que unas horas despues desperté con la boca con sabor a durazno, porque de ese sabor era el vino.

Le dí un trago a mi tetra pack, pero el vino había comenzado su conversión a vinagre, no me importó y me bebí el resto. Era muy tarde para ver los simpson mientras bebía, estaba muy cansado para leer o escribir (y eso era lo que se suponía que debía hacer). Junto a la pata de la cama encontré una lata de cerveza que aun contenía la mitad. Me sentí feliz al comprobar que no eran meados; estaba tibía y había perdido todo el gas, pero me la bebí, salí a lavarme los dientes y regresé a dormir cuatro o cinco horas.

Por estod dias duermo entre siete y nueve horas, pero la felicidad de aquellos dias está perdida para siempre. No trabajo por las noches, ni pienso lo suficiente por los días, me embriago escasamente y por mas que busco el papelito donde hace dos años anotó su numero Beatríz, se que no lo encontraré. Se que hace meses y meses que lo tiré. Casi a proposito porque fui tan marica que nunca marqué. Pensandolo con la cesera fria, creo que al envejecer llegaré a ver la juventud como un paramo de oportunidades que dejé morir. E imagino que si voy alguna mañana podría encontrar a Beatríz recitando poesía por ahi.

O quizá ahora este muerta. Mas o menos como yo.

































No hay comentarios:

Publicar un comentario

SI LEÍSTE MI ENTRADA AGRADECERÉ MUCHO UN COMENTARIO, SI NO TE GUSTÓ CON MÁS RAZÓN!!!