viernes, 19 de diciembre de 2014

Perra vida

Se sacudió la sangre de la bota moviendo el pie con un movimiento exagerado e innecesario, pero lo necesitaba para celebrar su pequeño triunfo.A sus pies yacía un perro con el pelaje ensangrentado, el cráneo roto por su patada. El hombre se sentía poderoso, pero la verdad es que hubiese preferido evitar todo aquello. -solo es trabajo- se decía mientras recibía con un puñetazo la mandíbula del perro que se lanzaba a su cuello.  Cada mordida que evadía  le costaba heridas hondas en los puños o las rodillas, pero hacia dos perros que había comenzado a ignorar definitivamente el dolor, de momento no habia tiempo para eso, eran los perros o él.
Ni los perros ni él peleaban por causas propias y todos eran igual de salvajes.

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...Para ese entonces yo ya llevaba como seis meses siendo amante de la sobrina de Don Felipe, muy sabrosa la chiquilla y ademas comedida, por eso ya mas o menos esperaba que el viejo mandara a alguien a matarme, o que viniera él mismo. Ademas era  justo que yo me despachara a una de sus sobrinas porque sabía que alguien de su rancho traía algo con mi esposa, pero no quería hacer nada hasta agarrarlos con las manos en la carne. No tenía miedo, pero siempre he sido precavido, todo el tiempo cargaba un cuchillo en el cinturón y tenía pistolas escondidas en los cajones de toda la casa. A mi esposa eso le chocaba, me llamaba exagerado pero yo le decía que era para protegerla a ella, ademas nadie sabía donde estaba cada arma.

No me acuerdo de la fecha, pero recuerdo que era un viernes como a las once de la mañana, yo estaba fumándome un puro en mi escritorio de caoba, me enojé porque dejé caer una braza del puro en la mesa y el barniz se le jodío. En eso estaba cuando escuche un golpe bien fuerte en la puerta de la oficina. Algún pendejillo la quiso abrir de una patada, pero no le salió el numerito.
 Salté el escritorio como pudé, corri a la puerta agachado por si el cabrón disparaba y en cuanto abrí le metí un puñetazo al estomago, la verdad me vi lento porque ese tenía que ser un plomazo. No se porque no me lo acabé a golpes, creo que ahora si ya me estoy haciendo viejo. Le di tiempo y el muy hijo de la mierda me encañonó. Era Román, un muchacho criado de Don Felipe.

-Don Felipe me mandó a ponerle unos plomazos, Mr., quiere que se deje de coger a su sobrina.
- Ah que fucking Don Felipe- le dije- la chiquilla me buscó ¿a poco tu hubieras despreciado una mamada de ella?



-Disculpeme Mr. pero asi está el asunto.

Quize arrebatarle el revolver pero me ganó, me dió con el cañón en la cabeza, me apunto justo al lugar en donde se me unen las cejas, yo casi me meo del miedo pero no dejé que él se diera cuenta; El tambien tenía miedo, lo vi poner el dedo en el gatillo y cara como de asco, haciéndose para atrás antes de que brincara la sangre. Ahí vi que le faltaban huevos. De esos que yo siempre he tenido bien puestos.

-Orale marica- le grite- Haz tu trabajo ¿no a eso te mandaron?

 Creo que no debí gritarle porque el reacciono metiéndome el cañón en la nariz.

Yo era el que me cogía a tu esposa- Grito y jaló el gatillo.

Pero no paso nada, la pistola tenía el seguro, ahí aproveche para girar la pistola y romperle el dedo,luego lo tiré al suelo y lo agarré a patadas. -Con que eras tu, hijo de tu re- putisima madre.

Le quite su juguetito de pistola y a puntapiés me lo llevé hasta la cabaña de los galgos; yo estaba muy encabronado pero me podía divertir un ratito antes de reventarlo. Fui y me senté en una mecedora, Román estaba magullado, no se podía levantar,  a cada rato se alzaba y daba tres pasos antes de caerse otra vez. Lo dejé descansar, hasta eso no soy tan ojete, pero a la media hora lo vi mas recuperado y ahí empezó lo mero bueno porque le chifle a uno de los perros para que saliera a arrancarle los huevos a mordidas.

Cuando salió vi como el muchacho se levantaba con los dos pies y una mano en el suelo; no supe como le hizo pero le puso una patada al perro en todo el hocico, por poquito no le da. Luego el perro se le aventó a la cara y él le puso un puñetazo y le pateo tierra a los ojos. Me compadecí del sufrimiento del perro, pensé que no era justo que me lo maltrataran así y chifle para que salieran otros tres.

Román sacó un cuchillo y agarró una piedra maciza. Rapidito se chingó al primer perro y ya estaba esperando a los otros tres. No soltaba ni la piedra ni el cuchillo. Mis pobres perros le aventaban las mordidas pero él como que bailaba y ellos solo mordían su pantalón. Poco a poco los perros y él se fueron manchando de sangre, casi toda de los perros porque él nomas tenía heridas en los puños y en una pierna.
Yo nunca habia visto una pelea así, entre perros y humanos. Me dolía mucho que los matara porque son animalitos con sentimientos y toda la cosa, pero seguí haciéndolos salir de tres en tres hasta que uno de ellos le mordido una nalga y lo derribó. Yo estaba muy impresionado por los huevos que tenía Román y mas porque no se acercaba a quererme joder, nomas estaba ahí dándose en la madre con los perros; cuando todos los perros se le aventaron encima como que la ilusión se me fue, pero hasta me paré cuando vi que mató a uno de una cuchillada y a pedradas y patadas se les zafó a los demás.

No hombre, yo estaba que me desquiciaba cuando lo vi salir de abajo de los perros muertos, todo lleno de sangre lodosa, tenía mordidas hasta en la cara. "Este si tiene huevos y no chingaderas" pensé, puse la mano atrás y agarré el revolver en mi cinturón, no fuera siendo que me madrugaba. Se paró frente a mi todavía con su cuchillo en la mano, miró al cielo como esos que reciben una medalla de las olimpiadas y luego se desplomó y quedo inconsciente.

 Decidí que le perdonaría la vida, porque si era capaz de enfrentarse a esos perros entonces era capaz de muchas cosas y era mejor tenerlo cerca, hacerlo mi trabajador, ademas con la ventaja de que ya no se cojiera a mi señora.  Lo levanté en hombros y me lo llevé cargando hasta la cabaña que tengo reservada nomas pa mi. Ahi lo tuve en mi cabaña y lo cuidé como pude hasta el domingo en la tarde que despertó; estaba muy débil pero yo le mande a hacer un caldo de pollo y hice que la mas sabrosa de mis muchachas se lo llevara junto con una cerveza y que le hiciera la platica mientras comía. Digo, yo ya sabía que él era quien se ensartaba a mi esposa, pero a fin de cuentas él era mi invitado y lo tenía que tratar bien, me lo tenía que granjear. El lunes en la mañana seguía sin poder levantarse, pero yo le conseguí una zuripanta de las caras, de las meras buenas y bien que se la cojió. Con eso yo digo que ya me tenía confianza, pero lo deje descansar unos días mas, y mientras él se hecho a otras dos de mis criadas, muy galán el cabrón.

Yo sabía que Román estaba muy extrañado de que le diera tan buen trato después de lo de mis perros, ah y de que se cojia a mi esposa, por eso lo fui a ver a su cabaña y me puse a hablar con él. Le dije que me habia impresionado mucho como se salvó de mis perros, que él de verdad tenía huevos y que lo podía hacer vivir como rey  si me ayudaba con lo que le pidiera. El aceptó muy gustoso y ahí mismo le dí unas mancuernas de oro que me quité para regalárselas. Le explique como tenía que chiflar para que lo atendieran mis criadas o viniera un caballo por él; de ese día en adelante me tenía que avisar siempre que saliera del rancho pero podía salir cuando quisiera.

Lo dejé que se divirtiera con las muchachas todo lo que pudó, le di muy buen trato para que no se me fuera y  un día, cuando ya tenía tres meses viviendo así, lo mandé a compararme siete perros de buena raza "para reponer a los que te jodiste" y de paso a que entregara unas invitaciones en algunos ranchos cercanos, pero no en el de Don Felipe. cuando regresó comimos juntos y lo llevé a que escogiera unos vinos de la cava para que los disfrutara con las muchachas la noche antes del eventó al que invité a mis amigos. Al otro día fui a despertarlo personalmente, le regalé unas botas con espuelas y ropa nueva , le dije que me alcanzara en el ruedo de los caballos cuando estuviera listo.
Agarre mi caballo y me fui apurado para el ruedo a atender a los amigos, nos pusimos a comer las botanas que mis muchachas prepararon (Siempre las presumo. A las muchachas y a las botanas) y empezamos a tomarnos una botella de Tequila que mi compadre me llevó.

Cuando vi acercarse a Román le grite que dejara el caballo afuera y nos acompañara. Ahí estaba mi trampa, Cuando entro al ruedo le cerraron la puerta desde afuera y una de mis muchachas le aventó un revolver con cinco balas, un cuchillo y dos piedras, justo antes de cerrarle la puerta de las escaleras del ruedo. Ahi fue cuando yo me sentí mejor, el muy pendejo ni se esperaba que pasara algo asi, chifle para sacar a los perros y el agarró las armas del suelo. Se guardó la pistola en el cinto y empezó a saltar como bailando. De una pedrada en la cabeza aturdió a un perro que todavía no lo alcanzaba. Luego luego empezó a correr la sangre, pero ahora si lo alcanzaban a morder. Estábamos un poco lejos pero alcanzábamos a oír como chillaban los perros, de repente se escuchaba mas él que los perros. Sus cinco balas se le acabaron pero nomas mató a tres perros, entonces mis amigos empezaron a chiflar para que salieran los perros que ellos habían llevado.
Román se puso a buscar piedras en el ruedo, pero yo habia mandado a que revisaran que no hubiera nada. Lo que sea de cada quien se puso rete vivo porque se llenó las bolsas de tierra para aventárselas en los ojos a los perros.
La mejor parte fue cuando se puso a correr en el ruedo aventándoles tierra a los que podía hasta que los tenía aturdidos y se regresaba a meterles la cuchillada en el lomo. Todo aquello duró como medía hora o puede que hasta menos, pero a nosotros se nos hizo muy rápido. Ya casi al final quedaban tres perros , entonces fue cuando por cansancio o por puro pendejo él chamaco se descuidó, una mordida rápida le cayo en la pantorrilla y el perro agarro buena carne, gruñendo como rabioso se zangoloteó hasta que lo tiró al suelo, ya estaba jodido.

Yo no se que le pasa a la gente cuando se anda muriendo, pero así hay muchas historias como la del hijo de doña Ignacía que levantó el sólito una vaca que habia caído sobre su hermana. La cosa es que Román agarró del pellejo al perro que lo tenía prensado del chamorro y se dío la vuelta justito antes de que le mordieran la jeta. Pateo a un perro en las costillas, el otro se le lanzó pero él le metió el cuchillo en un ojo, hasta el mango y ahí se lo dejó, el perro se fue corriendo y aullando a morir del otro lado del ruedo. Ya sin cuchillo a él nomas le quedaba la pistola vacía y con esa le dio en la madre al perro que lo seguía atacando, todavía le entró una mordida en el brazo pero lo alcanzo a quitar. A mi se me hubiera hecho marica aventarle tierra a un perro para joderlo, pero a este cabrón eso le funcionaba mejor que nada. Al final ya solo le quedaba el perro de la pantorrilla que seguía ahí trabado. Fue hasta entonces que Román empezó a llorar, se veía muy jotito, todo lleno de sangre, entre los cadáveres de catorce perros ,chillando y berreando porque uno le habia mordido su patita. El pobre ojete se retorcía y se mecía como si con eso fuera a zafarse de los dientes del perro.

-No mames, ya fue mucho, deja bajar a quitárselo. -Me dijo mi compadre Carlos y se paro para bajar las gradas. Los demás se quedaron callados Ya sabían de lo que se trataba ¿no?

-Tu no le vas a quitar nada cabrón- le dije y le apunté con mi automática.
-No chingues, nomas velo como está bien jodido.
-A ti te vale verga como esté. Ademas ya apostamos, ora siéntate o te vuelo los huevos.
-Tá bien - me dijo y se quito el sombrero- nomas porque somos compadres...
-cállate y fíjate!

De veras que era increíble aquello, Román había dejado de intentar quitarse al perro a golpes y se estaba arrastrando jalando al perro de las orejas: jalaba tantito al perro y se arrastraba el, en lugar de mover la pierna iba jalando al perro. Jalón de perro- estirón de piernas y así se fue hasta el otro lado del ruedo, a donde estaba el perro que se llevó su cuchillo en el ojo. No me quise quedar ahí y me paré para ver todo desde el otro lado del ruedo, mas de cerca, mis amigos me siguieron. Si todo habia empezado como en fiesta ahora todos andaban callados, no cabizbajos, callados, el único que se veía incomodo era el compadre Carlos, pero ese siempre ha sido asi. No se oían ni los pájaros, ni los caballos que estaban ahí cerca, nomas los gruñidos del perro y los gritos de Román que habia dejado su rastro en el suelo como una babosa roja.

Llegamos juntos al otro lado del ruedo, aunque yo me tardé menos porque caminé en lugar de arrastrarme como un perro, desde donde estaba podía ver a Román con su perro en la pierna, haz de cuenta que habia nacido "enperrado". Parecía que me había esperado para terminar con todo, el muy hijo de la mierda de burro, al fin se estiró para alcanzar el cuchillo que se le fue en el perro; Lo agarró muy calmado, como si se estirará por un vaso de leche en la mañana, se sentó y acarició al perro, creo que le dijo algo, pero no se que fue. De repente nomas ví como Raul echaba la mano para atrás, tomando impulso para clavare el cuchillo al perro mero en la cabeza.

El cuchillo se movió como un rayo en las tormentas de verano, lo pude ver brillar en la mano del culero de Román, pero lo siguiente si me sacó mucho de pedo, por eso me ví lento. De repente sentí un dolor del carajo en la pierna, la fuerza se me fue de ahí y me tuve que agarrar del barandal. Ni falta hace decir que el cuchillo lo tenía clavado hasta la mitad en la pata, arribita de mi rodilla. Pero siempre he tenido muchos huevos y ahí cerca traía colgando la automática tambien. De volada la saqué para deshacerle la jeta al puto de Román, pero me ganó el pinche compadre Carlos, me dío tres balazos, el primero, como todo un personajazo de libro vaquero, fue para quitarme la pistola de la mano, otro fue en la misma mano y luego me sentó el plomazo de un plomazo en la pierna.

Desde ahí vi como Carlos se quitó de encima a tres de mis amigos, les pusó en la madre pero bien bonito, lo malo fue que el mamón de Jorge se le puso muy al tiro y Carlos le metió tres plomazos antes de bajar a quitarle el perro a Román. Ya sin el perro Román me mentó la madre con el poco aire que le quedaba y luego se desvaneció. Ya ni supe cuanto tiempo pasó desmayado porque el compadre Carlos se lo llevó. De hecho todos se fueron, los muy ojetes y me dejaron ahí con mis perros muertos.Ni siquiera pude salvar al que si prensó a Román.

Como ya sabrán yo quede todo puteado después de eso, la apuesta no me la pagó nadie, disque porque Román no mató a todos los perros. Pero yo siempre he tenido los huevos bien peludos y redonditos, por eso no me desanime y a los tres meses ya tenía montado mi negocio de peleas de perros contra gentes. Yo sabía que para el buisness necesitaba hombres fuertes, pero tambien tenían que estar hambreados para que saliera bueno el espectáculo. Por eso a los perros se les trataba mejor que a los hombres. Ademas los perros siempre son fieles y no pueden salir con mamadas como la de Román o mi pinche compadre Carlos.

Ahora cuento toda esta historia, porque siempre he tenido mis dos huevos bien puestos entre las patas, ahi con sus pelos chinos, chinos y como el hombre que soy no podía contarla haciendo como si yo fuera muy chingon ni nada de mamadas. Nomas cuento la verdad, al fin y al cabo mi criado ya me aviso que Román viene para el rancho. A ese cabrón no lo van a detener mis pinches criados, tengo a los perros pero sería mucha crueldad para todos si los suelto y muy marica de mi parte. En lo que conté esta historia ya se me fue media botella de tequila. A la chingada con todo, me la voy a terminar antes de que llegue Román y me vuele los huevos y el relleno de la cabeza.
Lo único que quisiera entender es porque mi esposa dejaba que él se la cogiera tan seguido.
Ni que yo no tuviera los huevos bien puestos, bien acolchonados y rellenitos.

Voy a esperar la muerte con dignidad, con mi revolver aqui junto para cuando él llegue.
Me va a dar la vuelta, porque ya estoy viejo, pero le voy a hacer la lucha.
Porque tengo los huevos bien redonditos y bien peludos.




















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